Hay personas que, además de roncar, sufren de manera repetida pausas de respiración cuya duración puede ser variable. Tienen mayor importancia médica aquellas cuya duración es superior a 10 segundos. Éstas, en ocasiones pueden alcanzar los 60 o 120 segundos. Es característico de la apnea que dichas pausas se intercalen entre el ronquido.
La aparición de las apneas se debe a la existencia de un colapso total o casi total (se habla entonces de hipopneas) en el interior de la faringe. Las apneas suponen un cese transitorio de la respiración y no deben de confundirse con la parada cardiorespiratoria, ya que durante las apneas el corazón continúa latiendo.
Al cesar la respiración, con frecuencia se produce una caída transitoria en los niveles de oxígeno de la sangre. Si las apneas son muy frecuentes, la persona afectada permanecerá buena parte de la noche con concentraciones de oxígeno en sangre bajas.
Una de las consecuencias más significativas de la apnea es la fragmentación del sueño: cada vez que se produce una apnea, ésta finaliza con un alertamiento de escasos segundos de duración, inferior al tiempo necesario para que por la mañana lo recordemos.
La sucesión de estos microalertamientos (al menos tantos como apneas) hace que la persona que los padece se despierte con la sensación de no haber descansado, aún cuando no recuerde haberse despertado como tal por la noche. Suele sentirse dolor de cabeza al despertarse (que mejora al cabo de unas horas), así como sequedad de boca.
A lo largo del día se siente cansada y nota somnolencia en situaciones sedentarias. Es característica la existencia de un aumento del riesgo de accidentes de tráfico (hasta siete veces superior al de la población normal) y de accidentes laborales. Suelen aparecer también cambios en el estado de ánimo como son la irritabilidad, la depresión, alteraciones en el rendimiento, o pérdidas de la capacidad de concentración y de memoria.
Cuando la apnea es severa, al margen de los problemas descritos, se produce un aumento del riesgo de enfermedades como la hipertensión arterial (más del 40% de los pacientes con apnea sufren de hipertensión), riesgo incrementado de cardiopatía isquémica (angina de pecho, e incluso infartos), diabetes y de accidentes cerebro vasculares. De no seguirse un tratamiento para la apnea del sueño, se puede producir a lo largo de los años un cierto incremento de las cifras de mortalidad.
El riesgo de padecer este cuadro aumenta con la edad, alcanzando un valor máximo entre la quinta y la séptima década de la vida. Los factores predisponentes son los mismos del ronquido y casi todos los que sufren de apnea del sueño tienen sobrepeso más o menos importante. Es, por otro lado, una enfermedad típicamente masculina, con una incidencia en hombres 2,5 veces superior a la de las mujeres, aunque a partir de la menopausia aumenta la incidencia en las mujeres.
La prueba esencial para diagnosticar la apnea del Sueño es un estudio de sueño, siendo la polisomnografía la más precisa y la que más información aporta. Requiere la utilización de un aparato que se utilizará durante una noche para monitorizar nuestro sueño y sus etapas.
Sin embargo, lo esencial no es tanto estudiar cómo se duerme, sino cómo se respira mientras se duerme. Se realiza una medición del flujo respiratorio, del esfuerzo que se hace para respirar, del nivel de oxigenación de la sangre, del funcionamiento del corazón y de la calidad del sueño. Sin esta prueba resulta imposible excluir un cuadro de apnea del Sueño.
Los objetivos de nuestro tratamiento de la apnea del sueño en Alcantarilla son:
Si usted tiene apnea leve del sueño, es posible que el único tratamiento que necesite sea hacer unos cambios en sus actividades o hábitos diarios.
Estos dispositivos o prótesis bucales pueden servir para algunas personas que sufren apnea leve o moderada del sueño. El médico también le puede recomendar estos dispositivos si usted ronca fuertemente pero no tiene apnea del sueño.
El odontólogo le puede hacer un dispositivo bucal de plástico que sirva para el tratamiento de la apnea del sueño. El dispositivo ajusta la mandíbula inferior y la lengua para mantener despejadas las vías respiratorias durante el sueño.
Si usted tiene un dispositivo bucal, avísele al médico si siente molestias o dolor cuando lo usa. Es posible que necesite consultas periódicas para que el médico pueda ajustar el dispositivo de modo que le quede a la medida.
La presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP, por su sigla en inglés) es el tratamiento de la apnea del sueño más frecuente cuando esta es entre moderada e intensa en adultos. El equipo de CPAP tiene una mascarilla que cubre la boca y la nariz, o solo la nariz.
El equipo envía aire suavemente a la garganta. La presión del aire ayuda a mantener las vías respiratorias abiertas durante el sueño.
Algunas personas con apnea del sueño se pueden beneficiar de la cirugía. El tipo de cirugía y el efecto que ésta tenga dependen de la causa de la apnea del sueño.
La cirugía se realiza para ensanchar las vías respiratorias. Por lo general consiste en encoger, tensar o retirar el exceso de tejido de la boca y la garganta, o en reacomodar la mandíbula inferior.